Tamara Falcó, Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler. /
Tamara Falcó e Isabel Preysler han afrontado sus desavenencias amorosas cada una en su propio formato. La madre ha anunciado su ruptura con Mario Vargas Llosa en el papel couché y la hija frente a las cámaras. «En mi familia los divorcios han sido complicados», confesó en El Hormiguero para defender que lo peor sería estar con alguien desentendido.
Las rupturas tienen daños colaterales, y las separaciones implican a más de dos personas, al menos eso sentía la marquesa de Griñón. No solo echa de menos quien padece un desamor y, en este caso concreto, Tamara y Mario se acompañaron en momentos difíciles. Ella perdió a su padre en 2020 y él estuvo un tiempo alejado de su familia, que no entendió al principio su relación con Isabel (pues había dejado inesperadamente a su ex mujer, Patricia Llosa ).
Habrá algunos aspectos que Tamara extrañará de Mario, como sus charlas sobre libros o la compañía que le hacía a su madre. A él le faltarán los platos de Tamara, una chef que le dejaban «con la boca abierta», como mencionó en alguna ocasión.
El 2023 será un año de cambios para Tamara; pero tras el varapalo de la infidelidad de Íñigo Onieva, entendió que lo verdaderamente duro sería deshacer una familia construida. Pese a las polémicas, mostró su entereza. Es injusto compar su caso con el de Isabel (porque la hija estaba a punto de casarse y hubo terceras personas). Pero el dolor se parece; dos años de amor se terminaron, como acaban de concluir los ocho de Isabel y Mario.
Ni se habían comprometido ni estaba en sus planes, pero Mario Vargas Llosa ya era uno más en el núcleo del clan Preysler. Tamara Falcó lo había acogido con los brazos abiertos, vio en el peruano de 86 años a un hombre que le aportaba alegría a su madre. La socialité de 71 años y el Premio Nobel de Literatura se entendían, se respetaban y aportaban armonía a la casa de la Puerta del Hierro, donde convivía también Tamara.
Tamara y Mario eran muy diferentes, pero él logró conmoverla; pues veía cualidades en él de su padre, Carlos Falcó. «Mario me recuerda mucho a él», contó en el documental Lazos de Sangre. «Era como un niño pequeño hasta cuando falleció, y no me refiero a inmaduro, me refiero a esa curiosidad», apunta.
Tamara Falcó logró lo impensable para las algunas élites culturales, que Mario Vargas Llosa entrara en el mundo televisivo del entretenimiento. Se emitió a Isabel Preysler y a su pareja en la final del programa MasterChef Celebrity. Le dieron buena suerte, la aristócrata de 41 años ganó la edición.
El autor también participó en La marquesa, el documental de Netflix que abría las puertas de las aspiraciones de Tamara: montar un restaurante temporal en El Rincón, palacio heredado de su padre. En los episodios se dan conversaciones rutinarias entre la pareja, y un veredicto de Tamara: «Ha sido una suerte que mi madre encontrase un compañero de vida a esta edad. La verdad es que Mario ha resultado ser un compañero maravilloso».
Mario Vargas Llosa e Isabel Presyler en un homenaje al escritor. /
Él siente lo mismo. «De los cinco hijos de Isabel Preysler, Tamara es la más conocida porque luego de una entrevista de Bertín Osborne en la que apareció tal como es, sencilla, risueña, sincera y muy simpática, se hizo muy popular y comenzó una carrera en la televisión española en la que ha tenido mucho éxito», confesó a la revista Harper's Bazaar,
Para el escritor, Tamara tiene el mismo espíritu que su abuela Beatriz Arrastia, madre de Preysler. «Siempre alegre y contagiando su alegría a los demás«, define. »Que viva muchos años para alegrar la vida de sus amigos y parientes es algo que esperamos todos los que la queremos. Y ojalá sea así», ha confesado, en un alarde de orgullo.
Desde antes de convertirse en la pareja de su madre, Tamara era seguidora de la obra del escritor. Se enganchó a sus libros. Por eso, llegó hasta a diseñar en su honor para su marca TFP by Tamara Falcó. Contaba con una camiseta con un mensaje: «Travesuras de la niña mala. Mario V. Llosa». Él título del libro que le hizo enamorarse de su escritura y su autor. Una prenda que ha sobrevivido al amor y queda para la posteridad.