Victoria de Suecia cumple 45 años convertida en la Charlène nórdica (y su mayor tarea es desmentir su divorcio inminente)

La princesa heredera del trono sueco, Victoria de Suecia, cumple años con un único objetivo: que los medios dejen en paz su matrimonio.

La princesa heredera Victoria de Suecia y su marido, el príncipe Daniel. / gtres

Silvia Vivas
Silvia Vivas

El 14 de julio de 1977, hace 45 años, la monarquía sueca tuvo a su heredera oficial: la princesa Victoria . Y no fue hasta los 33 años, cuando se casó con el plebeyo Daniel Westling , cuando escapó de la escala de grises en la que estaba enclaustrada para acabar encerrada en otra prisión: la de desmentir una y otra vez un divorcio que nunca llega.

Como si estuviera empeñada en convertirse en la encarnación sueca de Charlène de Mónaco, la historia de sinsabores royals de Victoria de Suecia contiene detalles idénticos a la trayectoria a la baja de la mujer de Mónaco.

Como Charlène con Carolina de Mónaco Victoria de Suecia también tiene al «enemigo» en casa. En su caso su propio padre, el rey Carlos Gustavo, ha declarado en más de una ocasión que preferiría que su hijo Carlos Felipe fuera quien gobernara Suecia en un futuro.

Tampoco han faltado en sus 45 años de vida los achaques médicos que la han alejado a la princesa sueca de sus obligaciones royal. A la dislexia que le valió el bullying de sus compañeros durante la etapa escolar hay que añadir un problema neurológico conocido como prosopagnosia que le dificulta reconocer los rostros (incluido su reflejo en el espejo).

De nuevo como en el caso de la princesa monegasca han sido los problemas físicos combinados con los psicológicos los que la alejaron durante más tiempo de los focos y la corte sueca. Sucedió en el año 1998, cuando con 20 años su padres decidieron que Victoria acudiera a Estados Unidos a estudiar y, de paso, dejar atrás las presiones de su cargo que la habían empujado a padecer anorexia.

Pero la principal tarea a la que ha dedicado su existencia Victoria de Suecia y que más la alía con Charlène es, sin duda, su papel como esposa de Daniel Westling. Su boda en 2010 con su entrenador del gimnasio fue un auténtico escándalo en aquel momento.

Con el tiempo el plebeyo Daniel Westling se ha tuneado en un aceptable príncipe Daniel con pelo engominado y sin la coleta y las camisetas sin mangas que lucía durante su noviazgo con la princesa heredera. De lo que la pareja no ha podido escapar es de los rumores constantes de crisis.

Ni el nacimiento de sus dos hijos ha conseguido despistar a la prensa rosa sueca que periódicamente busca pistas de una crisis en la pareja destinada a gobernar su país. La escalada de rumores alcanzó tal intensidad este mismo año que la portavoz de la casa real hizo una declaración oficial desmintiendo «el divorcio inminente».

Pero como le sucede a Alberto de Mónaco y Charlène cada vez que aparecen en sus medios de confianza afirmando que están enamorados (y especialmente durante todo el año pasado), no hay declaración oficial que aleje a la prensa de un jugoso rumor de ruptura y drama.

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Finalmente, y de forma poco ortodoxa, la propia pareja acudió a sus redes sociales para hacer el siguiente comunicado: « Para proteger a nuestra familia, queremos dejar claro, de una vez por todas, que los rumores que ahora se están difundiendo son completamente infundados«.

Pero lo que la cuenta de Instagram de la princesa intentó acallar se volvió a reavivar apenas una semana más tarde, cuando la pareja fue captada por los fotógrafos antes de entrar en un evento hablando de forma evidentemente tensa… y de nuevo comenzó a rodar el rumor de la separación. ¿Está condenada Victoria (como Charlène) a encarnar el papel de princesa eternamente al borde del divorcio?

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