La princesa Victoria de Suecia y Daniel Westling llevan casados desde 2010. /
«Fue una de las situaciones más difíciles a las que me he enfrentado», asegura la mismísima reina Silvia de Suecia cuando recuerda la gran crisis matrimonial de 2022 de su primogénita, la princesa Victoria, con Daniel Westling. En aquel momento la situación para la pareja principesca se había vuelto insostenible. Un año tardó el príncipe consorte Daniel en confesar públicamente lo mucho que les afectó los rumores de infidelidad y divorcio inminente como pareja.
Lo hizo en la cadena sueca TV4 en una entrevista con motivo de su 50 cumpleaños en la que no sólo habló sin tapujos de su enfermedad (está trasplantado de un riñón), sino que confirmó que la escalada de rumores negativos sobre su relación con Victoria que padeció aquel año tuvo consecuencias públicas y privadas para los herederos del trono sueco.
«Fue un falso rumor malvado y desagradable que padecimos y que tuvo consecuencias importantes. Muchos amigos de Suecia y también del extranjero se pusieron en contacto con nosotros. Llegó a un nivel que nos hizo sentir que no podíamos aceptarlo», explicó.
Pero ahora se conoce un dato más de lo que sucedió en aquel año en el interior de la corte sueca. Por fin se sabe que la solución al problema no vino de parte del príncipe ni de la princesa, que callaban y otorgaban, sino de la experiencia de la reina Silvia.
Que la matriarca de la casa real sueca fue la clave para acabar con el rumor que amenazaba la reputación de la familia forma parte de las revelaciones que el periodista Johan T. Lindwall, redactor jefe de la revista Svensk Damtidning, hace en su nuevo libro dedicado a Victoria y Daniel.
Los rumores de divorcio inminente de la pareja heredera del trono, alimentados por la desaparición de Daniel de la agenda real, provocó una crisis institucional que la monarca no estaba dispuesta a soportar. Como Daniel nunca había sido santo de devoción del rey Carlos Gustavo , que hubiera preferido para su hija un yerno de sangre azul y no un «tipo corriente de Ockelbo», fue la veterana reina Silvia la que tomó cartas en el asunto.
Victoria de Suecia junto a su esposo, el príncipe Daniel. /
En aquel momento, los príncipes herederos quisieron atajar los rumores con un escueto y tibio comunicado oficial publicado en el perfil de Instagram de la familia real en el que aseguraban que las afirmaciones sobre la ruptura de la relación y un divorcio inminente se habían extendido demasiado y que para proteger a la familia querían aclarar, de una vez por todas, que eran completamente infundados. Por supuesto, nadie les hizo caso y la paciencia de la reina Silvia se agotó.
Afirma Johan T. Lindwall, que esa misma noche, al ver la poca credibilidad que nadie concedía a la versión real de los hechos, un Mercedes negro y un Audi A8 del mismo color viajaron por la ruta más discreta posible hasta el castillo de Haga. En uno de los coches viajaba la reina Silvia en pie de guerra.
Los coches tomaron una ruta discreta para que no trascendiera cómo la monarca visitaba «en secreto» a su hija. La conversación que tuvo lugar entonces entre la reina, Victoria y Daniel , no ha trascendido, pero no debió de ser agradable. Lo que sí afirma el autor del libro es que fue uno de los momentos más difíciles para la monarca y para su hija.
Victoria de Suecia en los Premios Nobel 2024. /
La veterana le dejó muy claro a los herederos que su política de silencio y de esconderse del ojo público era contraproducente y sabía de lo que hablaba, ella misma tuvo que asistir a los Nobel con la cabeza bien alta en pleno escándalo por las infidelidades de su esposo. El rapapolvo real fue un revulsivo para la pareja, que desde aquella visita secreta volvió a incorporar a Daniel a la agenda de Victoria y ambos se esforzaron para sonreír ante las cámaras y recuperar la normalidad.
La continuidad de la monarquía sueca tal y como sus protagonistas la conocían estaba en peligro y eso era algo que la reina Silvia no estaba dispuesta a permitir. Si ella fue capaz de superar el escándalo de su marido, los herederos de la corona sueca también tenían que aprender a lidiar con la parte más incómoda de su vida real. Y parece ser que lo consiguieron.