Truman Capote y Lee Radziwill en el Black&White Ball. Getty

la fiesta del siglo

Así fue The black and white ball de Truman Capote, la mejor (y más lujosa) fiesta de la historia

La fama de Truman Capote fue más allá de la literatura: fue un auténtico animal social capaz de reunir a los más ricos y las más bellas en su famoso Black&White Ball. Ahora, la considerada 'fiesta del siglo' vuelve a estar de actualidad por el estreno de la segunda temporada de Feud (a partir del 7 de febrero en HBO).

Elena Castelló y Ana Calvo

Hubo una época en que Truman Capote ocupó la cima de la vida social de Nueva York y conocía los entresijos de las más ricas y hermosas: Lee Radziwill , los Onassis , los Kennedy ... Era famoso por ser famoso (como la mismísima Zsa Zsa Gabor ), medio siglo antes de que existieran las celebridades de las revistas y de las redes sociales. Escritor de talento único, pero muy consciente de la importancia de la fama, la buscó a través de trucos publicitarios, apariciones en televisión y, sobre todo, de sus amistades con la élite social de Manhattan y de Hollywood de mediados del siglo XX. Cultivó una personalidad basada en ser entretenido e ingenioso, siempre pendiente de difundir rumores y cotilleos, una cualidad que le acabaría pasando factura.

A principios de la década de 1960, Capote era un escritor de prestigio que había escrito dos novelas, «Otras voces, otros ámbitos» y la citada «Desayuno en Tiffany's». No ocultaba su homosexualidad y desafiaba abiertamente la moral establecida. Entre sus amigos de Hollywood figuraban Errol Flynn y Montgomery Clift (con quienes afirmó haber tenido encuentros sexuales), Marilyn Monroe , el director John Huston, Marlon Brando o Elizabeth Taylor.

Pero, sobre todo, frecuentaba a la élite de la sociedad neoyorquina. Forjó amistad con muchas «esposas de» a las que más tarde apodó sus «cisnes». Este círculo íntimo incluía a Slim Keith, amante de Ernest Hemingway y esposa del productor de cine y teatro Leyland Hayward, Lee Radziwill, hermana de Jacqueline Kennedy Onassis y casada con el príncipe polaco Stanisław Albrecht Radziwiłł, CZ Guest, experta en moda y musa de Salvador Dali, Gloria Guinness , casada con uno de los herederos de la familia cervecera Guinness, Marella Agnelli, noble italiana y esposa del presidente de Fiat, Gianni Agnelli, y su mejor amiga, Babe Paley, un icono de estilo y esposa de William S. Paley, fundador de CBS. Era íntimo también de Andy Warhol y del pintor Diego Rivera.

Cómo nació el evento social del siglo XX

En enero de 1966 se publicó «A sangre fría», la tercera novela de Capote, y fue un éxito planetario, considerado su mejor trabajo, que además le hizo rico. Basada en una historia real, el asesinato de una familia de Kansas, escribirla le había costado cinco años de investigación de los dos asesinos que finalmente fueron ahorcados. Capote se convirtió la estrella de la escena social.

Fue entonces cuando decidió celebrar su éxito y diseñar un acontecimiento que dejara huella no solo en la memoria de la alta sociedad norteamericana, sino también en la historia de los años sesenta. Así nació el Black&White Ball, que se celebró en la gran sala de baile del Hotel Plaza de Nueva York, el 28 de noviembre de 1966. La idea le había venido de una de las escenas de la película «My Fair Lady», la reunión en el hipódromo, toda diseñada en blanco y negro.

Capote se pasó el verano haciendo listas de invitados. Era muy importante saber a quién invitar, pero también a quién no hacerlo. Intentó unir el mundo de la cultura y el arte, con la política, Hollywood y la alta sociedad de Manhattan. Entre los asistentes, estaban la actriz Candice Bergen, Frank Sinatra y su entonces esposa Mia Farrow, la millonaria y pintora Gloria Vanderbilt , Lynda Bird Johnson, esposa del presidente Lyndon B. Johnson, la Maharaní de Jaipur, Andy Warhol, y, por supuesto, todos sus «cisnes».

La fiesta se celebró en honor de la propietaria del Washington Post, Katharine Graham. Pero también convocó a desconocidos, como algunos habitantes de Kansas con los que había trabado amistad durante su investigación para escribir «A sangre fría». En total 540 invitados, que debían llevar máscaras hasta la media noche y acudir ellos de smoking y ellas solo en blanco y negro.

Dos de los invitados a 'la fiesta del siglo'. / Getty

En las semanas previas al baile, Capote había creado un gran revuelo en los periódicos de Nueva York al mostrarse hermético con la lista de asistentes. Y después del baile, la filtró al The New York Times, para disgusto de aquellos que afirmaban haber recibido invitación, pero, en realidad, no la habían recibido.

El precio que Truman Capote y sus cisnes pagaron por la fama

La fiesta costó más de 120.000 dólares. La decoración era sencilla, en comparación con la fabulosa orquesta que tocó en directo y las 450 botellas de champagne Taittinger que se consumieron. Pero la mayor atracción fueron los invitados, especialmente ellas, vestidas de alta costura.

Más de 200 fotógrafos se arremolinaron en la recepción del hotel para fotografiarlos. A media noche todos se quitaron las máscaras para degustar la cena bufé y siguieron bailando. La fiesta terminó a las cuatro de la mañana, aunque Frank Sinatra la abandonó a las tres menos cuarto. Al día siguiente los titulares de todo Nueva York hablaban de la fiesta. Para algunos había sido la más espectacular del siglo.

Tanto el baile como la publicación de «A sangre fría», inicio de un nuevo género de no ficción que dio lugar a lo que luego se llamó el nuevo periodismo, se consideran la cúspide de los logros literarios y sociales de Truman Capote. Poco después, su alcoholismo y el consumo de drogas empeoraron y nunca volvió a publicar otra novela. Sí publicó, en 1975, en la revista The New Yorker el fragmento de un libro que estaba escribiendo llamado «La Côte Basque, 1965», donde revelaba los secretos más profundos de sus cisnes. Contó la historia de la infidelidad de William Paley, el marido de Babe, su cisne favorito y amiga más cercana, que nunca volvió a hablar con él. Todas le dieron la espalda.

La historia también provocó que Ann Woodward, viuda del heredero William Woodward, se suicidara, ya que sacaba a la luz la sórdida historia de la muerte de su marido, en 1955, al que se rumoreaba que ella le había pegado un tiro intencionadamente. Ann leyó la revista y se suicidó con una pastilla de cianuro.