Correr al aire es mejor que hacerlo en la cinta. / foto: puma

Por qué correr al aire libre es mejor que hacerlo en la cinta del gimnasio: te obliga a esforzarte más y ayuda a acelerar el metabolismo (aunque genera más impacto)

Ambas modalidades tienen sus diferencias, sus ventajas y sus inconvenientes, pero puedes sacarles el máximo partido si sabes cómo.

Correr nunca ha dejado de estar de moda, ya que se trata de un ejercicio completo, relajante, barato y con múltiples beneficios para el organismo (además de ayudarte a adelgazar, claro). Los hay que prefieren correr al aire libre, respirando aire puro (o contaminación, dependiendo de dónde lo hagas) y quienes prefieren el gimnasio, donde puede correr sobre la cinta sin sufrir las inclemencias del tiempo. Pero, ¿son ambas opciones igual de efectivas?

La respuesta corta a esta pregunta es NO. Correr sobre una cinta es mucho más fácil, por así decirlo, y no requiere el mismo esfuerzo que hacerlo al aire libre, ya que el aparato te ayuda en el desplazamiento y no presenta las irregularidades del terreno esterior además de que las condiciones climatológicas son más favorables. Pero puedes regular tu cinta de correr para que se asemeje lo más posible a las condiciones del asfalto y así sacar el máximo partido a tu máquina sin tener que sufrir el frío del invierno ni el calor del verano. Te contamos cómo.

Inclinación

Ya te hemos dicho que, en principio, uno de los factores que más influyen es que correr sobre la cinta te ahorra sufrir los desniveles del terreno, lo que hace que tengas que esforzarte menos y, por tanto, gastes menos energía. Para acercarte lo más posible a las irregularidades del terreno, debes jugar con la inclinación de tu cinta de correr.

Para empezar, siempre deberías levantarla un grado de un 1% para que se asimile a la elevación de una carretera llana. A partir de ahí, vete inclinando tu cinta un grado o dos alternándolos cada cierto tiempo para simular las diferentes irregularidades del terreno del exterior.

Incrementa la velocidad

Como ya hemos dicho, la cinta te ayuda en el movimiento, ya que no tienes que tirar de tu propio cuerpo, por lo que presenta una resistencia menos a la que tenemos en la carrera en el exterior. Para igualar las condiciones, deberías incrementar la velocidad cuando corres en la cinta y hacerlo quince segundos más rápido por kilómetro.

Mujer corriendo en una cinta en el gimnasio. / Foto de Andrea Piacquadio en Pexels

Planifica tu entrenamiento

Una de las desventajas de correr en interiores frente a hacerlo en el exterior es que es más monótono y aburrido, lo que puede hacer que abandones antes. Además, aunque no lo creas, correr en el exterior hará que sudes más, lo que puede aumentar la sensación de fatiga y hacerte abandonar antes de tiempo.

Para ello, es esencial planificar tu entrenamiento para que te motives a cumplir tus objetivos e ir variando en inclinaciones e intensidades para luchar contra la monotonía. Puedes comenzar con unos minutos de calentamiento a una velocidad controlada para que tu cuerpo vaya habituándose al ejercicio. Después aumentar la velocidad para incrementar el trabajo cardiovascular para pasar después a un ritmo más rápido durante unos minutos. Vuelve a bajarlo después a un ritmo controlado para terminar andando rápido e ir habituando el cuerpo al descanso activo.

Elige tú los minutos que dedicas a cada parte de tu entrenamiento dependiendo de tu forma física y vete aumentando la intensidad conforme te vayas encontrando más fuerte.

Plantéate pequeños retos

Para correr sobre la cinta, debes aprender a luchar contra la pereza ya que, al poder abandonar a la mínima debilidad, se hará fuerte en tu cerebro y tendrás que poner un extra de fuerza de voluntad para continuar con el ejercicio.

Para lograrlo, lo mejor es plantearte pequeños retos, de pocos minutos cada uno, para que los completes rápidamente y puedas continuar con el siguiente. Vete aumentando la velocidad gradualmente en pequeños tramos de unos tres minutos. De esta forma, si completas diez tramos de 3 minutos, ya habrás hecho media hora de entrenamiento. Si tu objetivo es correr 10 kilómemtros, divídelo en tramos de un kilómetros o dos para que vayas consiguiendo hitos y psicológicamente se hará menos duro.