La primera dama de Francia, Brigitte Macron. /
Brigitte Macron celebra este jueves, 13 de abril, su 70 cumpleaños alejada de las miradas indiscretas. Se toma un respiro tras dos días de visita de Estado junto a su marido, Emmanuel Macron. La pareja ha disfrutado de los Países Bajos (con tulipanes incluidos) junto al rey Guillermo y la reina Máxima de Holanda, quien ha elegido para estos encuentros unos looks variados y algunos muy llamativos en los que mezclaba colores vivos y transparencias.
Tras vivir unas jornadas con la agenda repleta de actos, la francesa prefiere celebrar este día de manera más relajada e íntima. Ser la primera dama es estresante aunque tambien le ha dado satisfacciones, le ha generado secretos y la ha dejado sin aire. Ha sufrido una tríada de acoso en el desempeño de sus funciones a lo largo de estos años: críticas, amenazas y rumores. Aún hay quien juzga la historia de amor con su ex alumno y actual presidente de Francia. Pese a la diferencia de edad (Macron llegó al mundo cuando ella tenía ya 24 años) se coronaron como pareja dorada de Francia (al estilo de Nicolás Sarkozy y Carla Bruni ).
Brigitte ha aguantado las polémicas e intromisiones en su vida privada. Su trabajo es «pesado», como han dicho fuentes cercanas a ella al medio francés Le Point. La profesora de literatura se intenta que no le llamen perezosa. Que no le digan que no debería estar ahí. Sobre todo, no quiere desaparecer por completo (ni ser una sombra pululante tras su marido).
Es difícil alcanzar ese lugar destacado sin ser protagonist. En medio nacen sus miedos: a la infelicidad de sus seres queridos, a la violencia física, a quedar como la «mujer de», a decir algo fuera de tono... En su posición, es sencillo deslizar una mala palabra o compartir una opinión inocente que desate la polémica.
«Ser la esposa del presidente es una gran responsabilidad», ha declarado, tajante. Su objetivo es aportar naturalidad, por ejemplo, ante las protestas de los franceses contra elevar las pensiones a los 64 años. Recoge lo que ocurre en la vida real, en la cafetería de la esquina, lo que se charla en la calle. «Soy mensajera», resume.
Se lleva un cuaderno y apunta, como si esta vez ella fuera la alumna. Luego llega junto a su marido y habla. Le dice aquello que él no ve, que le queda lejos, que evita. Le ha llegado a sacudir con que es demasiado frío o distante, según ha confesado a los medios. En un perfil publicado por el medio galo se evidencia su apuesta por el secretismo. La primera dama revela muy poco de sus relaciones con políticos o artistas. Sin embargo, tiene muchos amigos.
Brigitte Macton y Máxima de Holanda. /
En el mismo texto hay una confesión: Emmanuel Macron no escucha con suficiente atención los consejos de su pareja. Incluso llegó a tensarse la relación de ella con el secretario general del Elíseo, que acabó con una separación de tareas. «Alexis Kohler se ocupa de los aspectos técnicos y administrativos de los expedientes, mientras que Brigitte aporta una perspectiva de la vida real, lo cual es importante para humanizar las decisiones», comentó una fuente cercana al medio.
Ella, como comentó en un programa televisivo, es intermediaria. Se queda a un paso de dar consejos. Emmanuel, al fin y al cabo, sigue siendo el mismo después de 25 años de amor (una relación que empezó contra todo y todos). «Se adapta a las situaciones, pero en el fondo sigue siendo el de siempre», resume.
«Tengo citas sobre educación, salud, discapacidad y cultura. También hay un componente internacional: doy la bienvenida a los cónyuges de los jefes de Estado. Finalmente, están las reuniones con los servicios sobre la casa del Elíseo y el mantenimiento de su patrimonio», ha enumerado sobre sus responsabilidades a Le Parisien.
La primera dama ha aprendido de sus errores. Está más atenta de lo que ella misma comenta. Por ejemplo, dijo que el uniforme escolar es una opción idónea porque suaviza las diferencias sociales, ahorra tiempo a los padres. Sus palabras fueron comentadas y repetidas.
«Cuido más lo que digo, aunque ciertamente cometo muchos deslices», le confió a Gilles Bouleau en TF1. «Presto más atención porque, lo que digo, no me compromete solo a mí. Entonces, ahí, tengo mucho miedo. Preferiría tener una palabra más liberada», reconoció.
Brigitte y Emmanuel Macron en el funeral de Isabel II.
Que haya tantos comentarios sobre sus opiniones le atormenta, pero lo que escucha sobre sus seres queridos le aterra. «Durante los chalecos amarillos, temía por sus hijos, decía: '¿Pero dónde va a parar?'», recordó su amiga Brigitte Taittinger-Jouyet, en Le Point.
Hace tres años vivió su momento más tenso. «Tengo miedo por mi marido, mis hijos, todo el tiempo. Nunca entenderé el uso de la violencia», le confiaba al medio. No era la primera vez que comentaba algo así. Lo confesó anteriormente en el plató de TF1, en enero del año pasado: «Temo la violencia en general. Temo la violencia cuando no se controla. Temo el odio. También temo esta especie de crescendo permanente, porque cada vez vamos más lejos».
Para espantar a las tragedias y para alejar a su familia de los peligros, el matrimonio se ha acostumbrado a pasar los fines de semana en un pabellón de caza en Versalles, La Lanterne. Se reúnen allí «todos los sábados por la noche, excepto en casos de imperativos importantes en el extranjero», como recoge Gala.
Sus tres hijos (Tiphaine, Laurence y Sébastien Auzière) y sus siete nietos se alejan de los paparazzis. Están preparados para los inconvenientes como el dron que sobrevoló su casa como un espía en 2021. Le ponen más refuerzo de seguridad. Hay quien hace lo mismo que ella, pero sin cuaderno; quieren saber cómo viven las élites, sin respetar su intimidad.