Las 9 tendencias que más van a dar que hablar en septiembre: así cambiaremos la forma de ligar, respirar, comer o viajar

Renovar hábitos, retomar proyectos o comenzar de cero. Septiembre nos concede siempre una nueva oportunidad. O, al menos, la ilusión de que podemos ser distintos. No importa en qué campo: amor, finanzas, salud...

El curso viene cargado de tendencias para ayudarnos en esos propósitos que nos marcamos cada septiembre. Algunas nos conceden las herramientas para alcanzar esos objetivos; otras nos ponen ante el espejo para preguntarnos qué clase de mundo queremos construir.

En libros como La seducción, de Sara Torres; exposiciones como A record of Tenderness, del diseñador irlandés Richard Malone; o películas como la que rodará Jonathan Glazer: la ternura dominará la agenda pública. Denostada por su vinculación a lo femenino y lo sentimental, para la escritora y doctora en Humanidades, Coral Herrera, tiene una fuerte implicación política: «Plantea las relaciones de forma desinteresada, colocando los cuidados en el centro, para construir refugios seguros y reducir las luchas de poder y maltrato».

La respiración consciente es la nueva obsesión wellness. «Controla el sistema nervioso, pero la mayoría no sabemos utilizarla. Respiramos de forma superficial, perdiendo beneficios psíquicos y de gestión emocional», explican Juan D'Angelo y Marta Plannells, fundadores de The Breath Act, primera escuela española de breathwork. «Es una técnica de conexión con uno mismo y se puede enfocar tanto para sanar heridas no resueltas, como para obtener más claridad y foco en lo que quieras desarrollar». Entre sus adeptos hay deportistas de élite y CEOs de Silicon Valley.

En un capítulo de Sexo en Nueva York, cuando la relación con Mr. Big lleva a Carrie a terapia, la psicóloga confirma lo que tanto sus amigas como los espectadores ya sospechaban: «Eliges mal a los hombres». Las contra- citas buscan romper todos esos patrones, saliendo con personas totalmente alejadas de nuestro gustos y costumbres. ¿No dicen que los polos opuestos se atraen?

Si Internet reveló el año pasado la obsesión de los hombres por el Imperio Romano , el esperado estreno de Gladiator II apunta a que también ocupará los pensamientos femeninos. «Paul Mescal ha logrado que a todos nos interese la historia», reaccionaban en X a las primeras imágenes del actor. La película de Ridley Scott, que se estrena el 15 de octubre, se recrea en la épica y la violencia –según la socióloga Cynthia Boaz, los hombres piensan en Roma porque evoca ese pasado de fuerza y poder masculino–, pero lo hace de la mano del novio favorito de Internet, el embajador de una masculinidad más sensible, emocional y vulnerable. Tampoco será la única película que ya hayamos visto antes casi todos. De Twister a Beetlejuice, como anticipaba el crítico cultural Tom Philip, «el modelo de cebo nostálgico ha alcanzado una nueva cota, con una incesante cantidad de películas dispuestas a rentabilizar el anhelo de los millennials».

Surge como un efecto rebote a las citas de «usar y tirar» y consiste en tomarse las cosas con calma para construir relaciones más significativas. «Es una medida de autodefensa emocional», defiende la autora de El contrato amoroso, Coral Herrera. «Ir lento nos permite controlar los procesos en el noviazgo. No está basado ni en la represión sexual ni en despertar el deseo del otro, sino en conocer con qué clase de persona estamos tratando y si se dan las condiciones necesarias para quererse bien».

El low budgeting es lo último en materia de consumo. «Consiste en la transparencia. En un entorno que nos empuja a consumir, unos valientes han empezado a decir que no a gastos que no se pueden permitir», explica la economista Silvia Llorens, creadora del programa de coach Calma Financiera. En lugar de manifestar éxito y riqueza para mejorar sus finanzas, como recomiendan Jennifer Lopez y los gurús del pensamiento positivo, las redes sociales han decidido proyectar su realidad económica y la necesidad de ahorrar. Para la experta, ayuda a priorizar gastos y comunicar honestamente por qué no vas a hacer determinados planes, abriendo la posibilidad a otras alternativas más económicas.

Mediante el uso de inteligencia artificial o big data, la foodtech persigue optimizar nuestra alimentación y reducir un desperdicio alimentario que, según la FAO, asciende a 1.3 billones de toneladas anuales. Proliferan apps como Olio o Yo no desperdicio, que permiten a los usuarios intercambiar alimentos, mientras que Best Before lleva un control de la nevera para que no se nos pase ni una fecha de caducidad. Porque comer bien implica cuestionar lo que hay en el plato como lo que tiras a la basura.

El deseo de viajar sin huella de carbono ni cargo de conciencia –según datos de Booking, el 80% de los turistas quiere hacerlo de forma más sostenible–, está impulsando el desarrollo de experiencias regenerativas, que buscan dejar el destino mejor de lo que se encuentra. Las ofertas van desde plantar arroz en el Delta del Ebro a recoger basura oceánica mientras buceamos.

Desde sus impolutas cocinas, mientras hornean pasteles o arrullan bebés, las tradwives apelan a su derecho a elegir ese rol: una vida dedicada al hogar y al sometimiento del marido. Perfiles como Estee Williams o Nara Smith son los rostros de un movimiento que promueve una vuelta a la familia tradicional de los 50. Eso sí, desde el privilegio y la autonomía. «Lo perverso es que nos hacen creer que, si te conviertes en una de ellas, incluso puedes ganar dinero», apunta Herrero, que vincula el fenómeno con la manosfera y la precariedad laboral.

«El feminismo nos pidió que saliéramos de casa para tener economía autónoma y la realidad es que conseguimos una doble jornada laboral, porque ellos no entraron masivamente en el sistema de cuidados». Tener una tradwife no está al alcance de todos. La experta calcula que se necesita un salario doble para mantener ese ritmo de vida, nada en comparación con los costes para las mujeres: «Nosotras pagamos en derechos, libertad y tiempo. A no ser que las tradwives reclamen un salario a su marido, con cotización y jubilación. Porque los cuidados son un trabajo».