GLAMOUR AL CUADRADO

Los tesoros de Mica Ertegun salen a subasta: así era la millonaria rumana que conquistó el Nueva York de Andy Warhol

Sus cuatro casas, en Southampton, París, Bodrum y Manhattan, hablan mejor que nadie de Mica Ertegun. Una apasionada del arte, la decoración y esos salones donde se coció a fuego rápido la modernidad. Esta subasta lo está sacando todo a la luz.

Mica Ertegun fue una anfitriona excepcional en Nueva York. / GETTY images

Ángeles Castillo
Ángeles Castillo

De una de sus paredes colgaba un lienzo de David Hockney de 1970 con tres sillas que, a su vez, deja ver un mural de Picasso . De otra, un valiosísimo cuadro de René Magritte de 1954, El imperio de la luz. Así se las gastaba la decoradora y anfitriona excepcional Mica Ertegun (1926-2023). No se andaba con minucias. Había que acicalar las casas de Southampton, Manhattan, París y Bodrum (Turquía). Y qué mejor que tirar de Miró, Max Ernst, Ozenfant, Henry Moore y compañía.

Toda su vida fue un despliegue de exquisiteces, arte y buen gusto, regada con las suficientes dosis de  filantropía, modernez, multiculturalismo y una suculenta y atípica historia personal. Un amiga íntima de Andy Warhol no solo tenía que serlo, también parecerlo. Y Mica cumplía con el modelo a la perfección.

De todo ello hay pruebas más que de sobra en la subasta que empezó los pasados días 19 y 20 de noviembre en Christie's Nueva York. Un gran escaparate del surrealismo, el modernismo ruso y ucraniano, el purismo, el movimiento De Stijl (Mondrian y demás) y el bautizado Color Field (Rothko y otros cultivadores del expresionismo abstracto). Están Malevich, Dubuffet, Sonia Delaunay, Le Corbusier, Picabia, Man Ray, Yves Klein, Picasso y hasta Matisse. Toda una lección de arte de vanguardia con sobresaliente.

Las pujas continuarán el próximo 13 de diciembre en la ciudad de los rascacielos, del 4 al 17 en formato online desde NY y del 4 al 18 en línea desde París. Esta vez para proceder a la venta de su igualmente magnífica colección personal de joyería, diseño y artes decorativas. Ertegun no solo era coleccionista de arte, sino también decoradora, así que es fuente recurrente de inspiración. La propia casa de subastas habla de interiores «con ecos chejovianos». Y puede que tenga razón. Chéjov habría reparado en su anecdotario vital.

Quién era Mica Ertegun

Mica Ertegun nació como Ioana Maria Banu en 1926, hija única, en el seno de una relevante familia rumana. Su padre, el médico George Banu, fue ministro de sanidad y uno de los hombres de confianza de Miguel I, por lo que fue encarcelado cuando en 1948 el comunismo tomó el poder en Rumanía .

Mica Ertegun fotografiada por Andy Warhol. / / CORTESÍA CHRISTIE'S

Esto se tradujo en el exilio para Mica, casada por entonces con Stefan Grecianu, un aristócrata 15 años mayor, con el que partió para Zúrich (Suiza) primero y París, donde la ficharon como modelo, después. Finalmente, terminaron en Canadá trabajando -las vueltas que da la vida- en una granja de pollos. «Teníamos que crear un mundo», dijo sobre aquella época, que calificó como «dura pero la mejor».

Concretamente, hubo de pasar una década para que la futura coleccionista desembarcara en Nueva York. El viaje definitivo tuvo lugar en 1958 y con un objetivo claro: entrevistarse con un diplomático para que ayudara a su padre a salir del país. Pero quiso la fortuna que conociese al turco Ahmet Ertegun, cofundador de Atlantic Records e impulsor de estrellas como Ray Charles o Aretha Franklin , quien se quedó prendado de su excelencia. Alabado era su magnetismo.

La decoradora de los ricos y famosos

Mica y Ahmet, casi personajes de Chagall, se casaron en 1961 y se establecieron en su ya histórica residencia de Manhattan. La vida empezaba a ser glamurosa, e iba a continuar siéndolo. Su casa convertida en escenario para que las figuras más renombradas del arte, la música, la moda y los medios derrocharan sus encantos: Jackie Kennedy, Mick Jagger, Warhol, los Agnelli... La editora de moda Diana Vreeland lo dejó claro después de invitarlos a cenar: «Era la energía. Por supuesto, era la energía».

Lo demás vino rodado. Mica Ertegun no tardó en fundar la exitosa empresa de diseño MAC II, junto a Chessy Rayner, y decorar los hogares de multitud de celebridades. Desde Keith Richards al diseñador Bill Blass pasando por Henry Kissinger, abriendo así la puerta a la creatividad y reavivando todos los salones, empezando por el suyo. «Hacemos cosas sencillas sin ser minimalistas», dejó dicho.

Rincón de la casa de Mica Ertegun en Southampton con un cuadro de David Hockney. / / CORTESÍA CHRISTIE'S

Enseguida llegó el mecenazgo, el ponerse de parte de las artes, la cultura y las humanidades. A recalcar su defensa del patrimonio, que practicó con la Columna Infinita de su paisano Brancusi en Rumanía y el edículo de la Iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén. Así como el establecimiento del Programa de Becas Ertegun para Graduados en Humanidades en la Universidad de Oxford. Y la cosa sigue: una parte de las ganancias de estas ventas se destinarán a perpetuar su labor filantrópica. No es de extrañar que la reina Isabel II la nombrara en 2017 Comandante Honoraria del Imperio Británico.

Por lo demás, sus cuatro casas son un compendio de lo que fue su vida. Del confort moderno y del gran lujo, de su infancia en Rumanía, de su pasión por lo turco y de ese arte que terminó imponiendo la modernidad. «Amo mis objetos y quiero que destaquen. Si hay demasiados elementos, no se puede ver el arte». Era toda una declaración de intenciones. Como lo son estas otras palabras: «Tiendo a suavizar todo. Es la forma en que me gusta vivir».

Una subasta de récord con piezas de museo

Todo por amor al arte, literalmente. Se ve en la subasta. Despunta con toda su teatralidad el ya citado Imperio de la luz de Magritte, que ha alcanzado un precio récord de 121 millones de dólares, estando tasado en 95. La obra representa la paradoja del día y la noche sucediéndose a la vez. El ingenio del belga, ya se sabe, todo lo hacía posible.

«De toda las obras con las que Mica convivió, es la que mejor captura su filosofía estética en su equilibrio y moderación. Icono del surrealismo, el Ertegun Magritte es posiblemente el más fino, el más hábilmente representado y el más cautivadoramente bello de la serie. Como el ojo de Mica, es perfecto», señala Max Carter, vicepresidente de arte de los siglos XX y XXI de Christie's.

Rincón de la casa de Mica Ertegun en Nueva York con El imperio de la luz de Magritte. / / CORTESÍA CHRISTIE'S

Mica tenía mucho ojo, cierto. Lo destacaba una de sus grandes amigas, Annette de la Renta, viuda del recordado diseñador: «Mica nunca da un paso en falso. Tiene un ojo muy refinado». Para la pintura y aledaños, pero también, como interiorista que era, para los muebles y demás objetos decorativos. Hay sillas, mesas, cuberterías, lámparas por doquier de todo tipo y condición, rabiosamente bellas. Asoma una cabeza de Afrodita de mármol probablemente del siglo XVIII (desde 5.000 dólares). Y se hace notar un álbum de 80 acuarelas de escuela española del XIX con hombres y mujeres vestidos a la manera tradicional (desde 5.000).

Entre las joyas, paseadas por multitud de eventos, brilla un collar tipo torsade aderezado con un rubí y diamantes (a partir de 12.000 dólares). Hay muchas lindezas artísticas y decorativas, entrelazándose con libros, fotografías y revistas. Nos quedamos con una silla victoriana de caoba tapizada en petit point de 1880 que sale por 500 dólares. Y nos vamos, como conviene, con los clásicos juegos de maletas de Louis Vuitton (desde 3.000), que no podían faltar. Mica era una socialité en toda regla.

«Una de mis grandes alegrías ha sido el estudio de la historia, la música, los idiomas, la literatura, el arte y la arqueología. Creo que es tremendamente importante apoyar aquellas cosas que perduran a través del tiempo… y hacen del mundo un lugar más humano». Así pensaba Mica Ertegun, una habitual del bazar de Bodrum. Como curiosidad, su marido falleció a consecuencia de una aparatosa caída durante un concierto de los Rolling Stones . Era 2006, tenía 83 años de edad. Ella nos dejó en diciembre del año pasado, a los 97.