Apartada de la vida pública, Cuqui Fierro sigue siendo noticia. En estos días se han hecho públicas las dificultades que están encontrando para vender su palacete en la plaza del Marqués de Salamanca en Madrid, que ya sacó al mercado inmobiliario en 2017. Ahora compite por ese target de comprador con otra propiedad de enorme valor que fue propiedad de su hermano, Ignacio, y su cuñada, Yolanda Eleta .
Los sobrinos de Cuqui Fierro han sacado a subasta en Sotheby's obras de arte y enseres que habían pertenecido a los ya mencionados Ignacio y Yolanda. Piezas de enorme valor que habían encontrado acomodo y función en la mencionada propiedad que ahora sale a la venta. La puja acaba este 22 de mayo. De igual manera, en 2017 cuando dejó de vivir en la mencionada mansión para trasladarse a una vivienda que se ajustaba más a sus necesidades actuales, también organizó una subasta, en este caso en la parisina Drouot.
La mansión que tiene a la venta Cuqui Fierro está cargada de grandes recuerdos, pues fue allí donde se celebraban sus emblemáticas fiestas en las que participaban los miembros más ilustres de la alta sociedad. El número de socialités será interminable, pero no podemos pasar por alto nombres como Isabel Preysler, Carmen Cervera (antes de ser baronesa Thyssen), Aline Griffith, Pitita Ridruejo y Lita Trujillo, quien recientemente hacía su reaparición pública en el funeral madrileño en memoria de Ira de Furstenberg.
La vida de Cuqui Fierro, que asociamos al glamour y a la opulencia, se vio partida en dos con la trágica muerte de su hija. Marta Torróngueri sufrió un accidente casero en noviembre de 1996. Se estaba depilando cuando su camisón se prendió fuego y sufrió unas quemaduras tan severas que le causaron su muerte semanas más tarde. Un golpe del que nunca se recuperó la familia, como contaban personas muy allegadas a los Torróntegui Fierro al diario 'Abc' en 2012, año en el que se produjo otra muerte muy dolorosa para todos.
Fue en abril de 2012 cuando falleció José Manuel Torróntegui, el único hijo varón de Cuqui Fierro de los cuatro que tuvo. Llevaba varios años padeciendo un cáncer que no logró superar. Estaba casado con Begoña Cué, con quien tuvo dos hijos, José Leandro y Begoña. En esas terribles circunstancias, hablaba con el diario 'ABC' y aseguraba que no tenía ganas de nada. «No tengo fuerzas para hablar», concluía la socialité.
Cuqui Fierro no tenía apellidos aristocráticos, pero, sin embargo, sí contaba con un hecho diferencial respecto a algunos nombres de la nobleza: sus cuentas estuvieron siempre saneadas. En alguna ocasión había hecho referencia a esta circunstancia, con humor y sin acritud. Hija del fundador del Banco Ibérico, Idelfonso Fierro, contrajo matrimonio en 1957 con José Antonio Torróntegui Anduiza. Junto a él formó una familia de enorme pujanza social. Discreta y elegante, podría hacer suyo el tópico «valgo más por lo que callo que por lo que digo».
Aunque por el salón de su palacete pasaron las grandes fortunas de España, Cuqui Fierro sentía predilección por las figuras del mundo del espectáculo como Lola Flores y Sara Montiel, grandes amigas suyas. Fue también anfitriona de Franco y de Juan Carlos I. Sin embargo, a quien sí le unía un vínculo muy estrecho era la infanta Pilar, con la que fue impulsora del Rastrillo Nuevo Futuro.
La muerte de su hijo, un año después de que falleciera su marido, supuso un antes y un después en la vida de Cuqui, quien, a partir de ese momento, vivió prácticamente apartada del ojo público. En sus años más difíciles uno de sus grandes apoyos fue el nadador David Meca, su acompañante en sus ocasionales salidas. Sin duda, también fue muy doloroso para ella perder en 2009 a su sobrino Jaime Fierro, uno de los grandes decoradores de la jet y gran amigo de la infanta Elena .
Recién cumplidos los 92, Cuqui Fierro desvelaba en Vanitatis que ocasionalmente acude a almorzar a Puerta de Hierro. «Es lo quiero, no estoy para muchos líos», manifiesta esta emblemática mujer, epítome de una forma de entender la alta sociedad que ya no existe. Pocos pueden presumir de tener su agenda, su poder de convocatoria y su capacidad de conciliar a su mesa mundos que a priori no parecían tener demasiado en com
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