Laura Boyer acaba de fallecer a los 57 años, como ha confirmado Vanitatis. La hija de Miguel Boyer y Elena Arnedo trató de mantenerse en el anonimato, a pesar de que los medios de comunicación la exponían constantemente por su padre. Primero, porque era el reconocido ministro de Economía y Hacienda del Gobierno de Felipe González y después, por su polémico divorcio con su mujer y su nueva relación con Isabel Preysler .
Economista de formación, vivió con dificultad la separación de sus padres. Elena, doctora especializada en ginecología, se encargó de la manutención. Y Laura y su hermano Miguel se decantaron por el ala materna. Jamás se acercaron a la nueva familia del político. No quisieron saber nada de la madre de Tamara Falcó , y tampoco tuvieron una relación muy estrecha con con Ana Boyer, su hermanastra.
Pero la mayor tragedia le llegó entre 2014 y 2015. En ese periodo de tiempo perdió a su padre, a madre, a su perra y a la niñera de sus hijos, que había sido como una hermana para ella. Soportó una crisis existencial, a la que se sumaba las críticas de la prensa. La llamaban rebelde por haberse alejado de su progenitor.
Ella lo negó en una entrevista con el ABC: «No es cierto lo que se ha dicho de que estábamos distanciados. Entre nosotros había una gran complicidad, nos entendíamos incluso telepáticamente. Era una unión indestructible que solo pudo romperse con su fallecimiento».
Cómo fue la relación de Laura Boyer con su padre
Laura mantuvo toda su vida el deseo de estar fuera de los focos y titulares. Por eso, fue un duro golpe que su padre, un hombre admirado y que se convirtió en ministros en 1982, dejara a su madre para empezar su vida con Isabel Preysler.
Miguel también criticaba la costumbre del cotilleo por cotilleo. «España es un país de porteras», aseguró en una afirmación que secundaba su hija, quien se mudó a París. Lejos de los paparazzi.
«Que tu padre haya sido uno de los ministros de Economía y Hacienda más importantes de España y tu madre, una ginecóloga de renombre, que defendió los derechos de las mujeres e impulsó las investigaciones contra el cáncer de mama, tiene sus cosas buenas y malas», llegó a confesar Laura.
Su lucha por seguir en la sombra era un enfrentamiento constante. Evitaba las fotos, prefería las entrevistas en diferido y se negaba a hablar de la polémica relación (quizás inexistente) con Isabel Preysler. No lograban provocarle ni las insinuaciones de que la socialité había roto su familia cuando ella tenía 20 años. Respondía con hechos: asistía a algunos encuentros con su nueva familia, Tamara Falcó incluida.
A pesar de que los rumores señalaban que su relación paterna se había retomado por el ictus que había sufrido Miguel en 2012, ella defendía su especial conexión. De él aprendió a tener una profesión sin necesidad de vocación y un hobby que pudiera evolucionar a un trabajo. Quizás por eso también se licenció en Fotografía y Dirección y Guión Cinematográfico.
Con los dos se entendía. «A mi madre la echo más de menos, claro. Porque tenía mayor proximidad con ella y porque era mujer. Pero mi padre será para mí siempre el hombre perfecto, voluntarioso, valiente, protector, inteligente, cariñoso, carismático y con un gran sentido del humor, que me puso el listón muy alto a la hora de elegir compañero de vida», confesó, sin rencores.
20 de enero-18 de febrero
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