Felipe Juan Froilán de Todos los Santos de bebé junto a sus padres, Jaime de Marichalar y la infanta Elena / gtres

La (mala) educación de Felipe Juan Froilán: la formación que le dieron a su primogénito la infanta Elena y Jaime de Marichalar que se vio truncada por su polémico divorcio

Felipe Juan Froilán de Todos los Santos fue un niño consentido y un adolescente rebelde con muchos escándalos a sus espaldas.

Felipe Juan Froilán de todos los Santos fue el primer nieto de los reyes Juan Carlos y Sofía –hoy, el cuarto en la línea de sucesión al trono– y ya desde su nacimiento le acompañó la polémica. Fue bautizado el domingo 4 de octubre de 1998, víspera de San Froilán, en el salón de audiencias del Palacio de la Zarzuela. Sus padrinos, su abuelo materno Juan Carlos I y su abuela paterna Concepción Sáenz de Tejada y Fernández de Boadilla, condesa viuda de Ripalda.

Su nombre es Felipe (por su tío, el rey) Juan (por su abuelo y su bisabuelo maternos) Froilán (por el patrón de Lugo, cuyo ducado ostenta su madre) de Todos los Santos (siguiendo la tradición de la familia real), pero en lugar de llamarle Felipe, los medios se agarraron a su tercer nombre, Froilán, un nombre de origen germánico, que significa «señor de las tierras», muy frecuente en la Edad Media, en el norte de España –tiene una versión como Fruela–. Tanto sus padres como él mismo insistían una y otra vez en que su nombre era Felipe, «Pipe» en familia, pero no fue prácticamente hasta la mayoría de edad cuando la prensa empezó a llamarle por este nombre.

Felipe Marichalar nació en Madrid el 17 de julio de 1998, en la clínica Rúber Internacional. Desde el principio, se hizo notar en los posados familiares de Marivent y en ocasiones señaladas, como la boda de don Felipe y doña Letizia: todos recordamos sus patadas durante la ceremonia, con su vestimenta de paje, tratando de convencer a su primo Juan para molestar a Victoria López-Quesada de Borbón-Dos Sicilias, una de las damitas de la novia.

Froilán y sus patadas en la boda de Felipe y Letizia. / de

Felipe tenía tres años, cuando su padre sufrió un ictus, el 22 de diciembre de 2001. El matrimonio de los duques de Lugo ya había comenzado a desmoronarse, pero doña Elena permaneció junto a su esposo para darle su apoyo. El 13 de noviembre de 2007, la Casa Real anunciaba el «cese temporal de la convivencia», de doña Elena y Jaime de Marichalar, y su divorcio, en 2010.

Padres divorciados y diferentes criterios educativos

Felipe estaba entrando en la adolescencia. Hubo un tiempo en que las relaciones del exmatrimonio no eran buenas y exhibían diferencias de criterio en la educación de sus hijos, lo que tuvo una influencia decisiva en Felipe Marichalar y en su hermana Victoria Federica, que había nacido el 9 de septiembre de 2000.

Froilán y Victoria, con el uniforme del colegio junto a sus padres, Jaime de Marichalar y la infanta Elena. / gtres

Los niños vivían con su madre. Su padre, más rígido, tuvo menos influencia en los dos hermanos en su infancia. El régimen de visitas pactado se cumplió a rajatabla en los primeros años, pero cuando los niños fueron mayores fue menos estricto. Aunque doña Elena y Marichalar apenas tenían contacto directo, ambos compartían al máximo el tiempo y la educación de sus hijos, aunque, en ocasiones, necesitaran un mediador para llegar a acuerdos.

Un niño consentido y un adolescente rebelde

Felipe fue un niño consentido, tal vez porque era el primer nieto en la familia real, o tal vez porque tenía un fuerte carácter y madera de líder. Dicen quienes le conocen que su temperamento es muy parecido al de doña Elena, impulsivo y obstinado. Desde el entorno más cercano al joven, siempre se ha dicho que uno de los problemas era ser consciente de su poder como nieto del exJefe del Estado y ejercer como tal, sin cortapisas. Juan Urdangarín, el primogénito de la infanta Cristina, le seguía en todas sus ocurrencias.

Su adolescencia fue de una gran rebeldía. Odiaba que le llamaran Froilán y desobedecía constantemente a su padre y a su madre, en ocasiones frente a las cámaras. Pero, mientras que la infanta Elena prefería dar más libertad a su hijo, su ex marido tendía hacia una educación mucho más estricta, en la que la urbanidad y los buenos modales eran importantísimos.

Felipe Juan Froilán, a la salida del colegio. Foto: Gtres

En 2012, a punto de regresar a Madrid tras pasar el fin de semana en la finca soriana de la familia Marichalar, Felipe se hirió en un pie al dispararse accidentalmente una escopeta que estaba manipulando. Tenía 13 años y toda su preocupación era quitarles importancia a sus heridas para que sus padres no se enfadaran con él, ni tampoco entre ellos. Entonces se vino abajo cuando vio a sus padres juntos en la clínica. Es un buen chico, solo demasiado inquieto y el contraste entre dos estilos educativos propiciaba en él la falta de control. Y las noticias que aparecían asociadas a su nombre no ayudaban.

Entre los 14 y los 16 años, Pipe disgustó a sus padres y a sus abuelos sobre todo por sus malas notas. Repitió curso en 2º de ESO. La infanta Elena y Jaime de Marichalar se pusieron de acuerdo, para mandar al muchacho a un internado, en Sigüenza, durante el verano después de suspender la mayoría de las asignaturas de 3.º de ESO.

Sus padres trataban de sacarle adelante académicamente, pero durante el invierno no podían evitar que fuera noticia cada vez que salía con amigos o acudía a una discoteca de menores. Felipe había sido enrolado como relaciones públicas de la discoteca light Joy Eslava y en su show Anonymous. Utilizaba la famosa máscara popularizada por V de Vendetta para captar seguidores de la fiesta, y a cambio disfrutaba de barra libre sin alcohol. Poco apropiado si eres miembro de la familia del rey.

Cuatro colegios en cinco años

El nieto de don Juan Carlos cambió cuatro veces de colegio en cinco años. Hasta primero de la ESO estuvo en el prestigioso colegio madrileño de San Patricio y de ahí, con 12 años, lo mandaron a West Sussex, Inglaterra, donde cursó primero de la ESO. Después cursó 2º de la ESO en El Pilar. Allí estuvo tres años: dos, cursando 2º de la ESO (que es el curso que repitió) y otro año cursando 3º de la ESO. Fue entonces cuando le mandaron al internado de Sigüenza y ante sus buenos resultados académicos, sus progenitores decidieron que se quedase a acabar 4º curso de la ESO, que aprobó. Fue allí, donde conoció precisamente a su primera novia, la influencer Mar Torres.

Froilán y su primera novia, la influencer Mar Torres.

Terminada la ESO, sus padres optaron por alejar a Felipe de los focos y lo enviaron a un colegio de Estados Unidos. Sus padres eligieron el internado Blue Ridge, en Saint George (Virginia), un centro episcopal de la rama de la Iglesia anglicana, con una disciplina estricta. Se apuntó al equipo de fútbol americano y a veces se trasladaba hasta Washington D.C para hacer algunas compras.

Y por fin sentó la cabeza...

A su vuelta, se le vio mucho más serio y formal, junto a sus padres y también junto a su abuelo, el rey Juan Carlos, a quien adora. Sus notas fueron aceptables. Entonces decidió matricularse en el CIS Madrid (College for International Studies), un centro español asociado al centro universitario norteamericano Endicott College, donde comenzó sus estudios superiores en Administración de Empresas.

Felipe tiene hoy 24 años y ha concluido sus estudios la pasada primavera. Parece que maneja dos opciones: instalarse en Reino Unido, para trabajar en una empresa, o en una compañía de Estados Unidos con sede en Madrid, para comenzar su trayectoria profesional. Felipe atiende a la prensa, se muestra educado y atento, aunque su vida ya no es como solía: su abuelo don Juan Carlos ya no está en el trono y le echa de menos.

Froilán junto a su abuelo, el rey emérito Juan Carlos I.

Sin embargo, a pesar de su nueva madurez, no puede evitar que su nombre se vea envuelto en titulares alarmantes como el del tiroteo en una discoteca de Marbella, en la que celebraba precisamente su cumpleaños, y que se saldó con cinco heridos. El hijo de la Infanta Elena, como todos los demás asistentes, salieron huyendo al enterarse y no se vieron afectados. Pero la prensa, las redes sociales y las tertulias del corazón no dejaron escapar la ocasión de criticar de nuevo a Felipe Marichalar o, directamente, de hacer bromas.

Sus maniobras en la playa con una tabla de surf se convirtieron en un meme. No debe ser fácil ser quien es y tener que hacer frente a maledicencias, chistes y a las preguntas a destiempo de los periodistas.