Evelio Acevedo, director gerente del Museo Thyssen-Bornemisza. /
Hace 30 años, con el respaldo de la Casa Real, tres ministros de Cultura involucrados y configurando un triángulo virtuoso con el Museo del Prado y el Reina Sofía, abrió sus puertas el Museo Thyssen-Bornemisza . Ubicado en el Palacio de Villahermosa, el proyecto inicial de préstamo en alquiler, apenas nueve meses más tarde y con la complicidad del barón y la baronesa Thyssen , devino en una compleja compra-venta por la que el Estado se hizo con unas 800 obras de su colección privada.
«Hubo voces contrarias, pero hoy se puede valorar el gran acierto que fue aquella operación por el valor pictórico, cultural y patrimonial», reflexiona Evelio Acevedo, su director gerente. «También ayudó a la modernización de los museos españoles. El barón tenía muy claro el papel que debía jugar en nuestra sociedad», recuerda Acevedo, que llegó a la institución en 2012, procedente de la banca.
«Un museo ya no puede ser solo un espacio en el que se cuelgan obras de arte valiosas y hermosas, su función social es fundamental». En esa línea, el Thyssen-Bornemisza se ha mostrado abierto, tanto para incorporar la colección privada de Carmen Cervera o sellar la colaboración con Francesca Thyssen y su comisariado de arte contemporáneo TBA21, como para mantener un diálogo con empresas y entidades.
«Cada vez más empresas han asumido su responsabilidad corporativa y comparten muchos de sus objetivos con nuestra institución, lo que nos convierte en socios ideales para acometer proyectos en beneficio de la sociedad». Señalar los hitos del museo en estas tres décadas es difícil. Prácticamente cada exposición se ha convertido en un evento, como ha sucedido con Picasso/Chanel este mismo otoño. Acevedo señala las dedicadas a Vincent Van Gogh y Antonio López, pero guarda un cariño especial a la retrospectiva de Edward Hopper, y cuyo cartel cuelga hoy en una pared de su despacho.
Este 2022 está siendo el año de la recuperación del público. «Calculamos que llegaremos el millón de visitantes, acercándonos a la normalidad; aún no han regresado nacionalidades habituales, como la norteamericana y algunas asiáticas», comparte Acevedo. Este periodo también ha servido para confirmar la convergencia digital. «Hay que preservar la identidad del museo y enriquecerlo con la tecnología a nuestro alcance. En el futuro se abrirán más posibilidades, pero las visitas virtuales ya son una realidad».